Reseña de Wolf Witch Giant Fairy: entrañable ópera popular familiar con una racha atemporal | Ópera
Son tres villanos de cuento de hadas, justo ahí en el título del nuevo programa de Little Bulb, cuando la mayoría de los narradores se conforman con uno, pero la única glotonería aquí es la de la némesis de Caperucita Roja. Presentada en el Linbury Theatre, con Little Bulb basándose en los recursos creativos de la Royal Opera, Wolf Witch Giant Fairy aplasta tres cuentos de hadas para hacer una actuación familiar suavemente subversiva, impregnada de música folclórica, dirigida a niños pequeños pero con un toque retorcido, secuencia eterna.
La valiente Caperucita Roja de Clare Beresford se encuentra con el lobo en el camino a la casa de su abuela, pero luego la rechazan; conoce a la bruja Baba Yaga, escapa tras una frenética persecución y es arrojada a la orilla del pueblo donde el gigante ha robado el arpa dorada. Unos pocos frijoles mágicos más tarde, ella trepa como Jack on the Beanstalk, salva el día y finalmente llega a la casa de su abuela, donde el lobo de Tom Penn, un villano deliciosamente encorvado, tocando castañuelas casi en forma de pantomima, se lo come. Aquí es donde el Hada, con barba y haciendo girar un hermoso par de alas de mariposa, se revela.
Detalles deliciosos … Hada Gigante Lobo Brujo. Fotografía: Hélène Murray
Hay una sensación de familia, viajero en general, una especie de incomodidad consciente, que lo hace sentir como si estuviera arraigado y atemporal. Esto se debe en parte a los encantadores detalles y el espíritu de los diseños de Samuel Wyer, especialmente los tocados. También es gracias a la música, que es un telón de fondo flexible y casi constante para la narración: se basa en melodías folclóricas italianas y balcánicas, aunque nunca lo hace con la suficiente conciencia como para que te des cuenta. El director musical de Little Bulb, Dominic Conway, lidera la guitarra como parte de un elenco de 10 personas; juntos forman un conjunto instrumental compuesto por piano, violín, acordeón y dulcimer, y cada uno de ellos desempeña un papel. El público de la ópera puede reconocer al narrador pretencioso de Peter Brathwaite y a Baba Yaga de Claire Wild, que lanza notas de soprano agudas con una mueca aterradora, pero es el gato en llamas de Baba Yaga, interpretado por el director Alexander Scott, quien no puede evitar monopolizar el escenario durante una canción.